martes, 24 de marzo de 2015

"Lorca Muerto de Amor", una obra compleja y desigual

Llevar a un escenario los amores de Federico García Lorca con Francisco Ramírez de Lucas, “El rubio de Albacete”, es un reto plagado de espinas. Desde luego, encarnar a Federico y revivir mediante el baile sus sentimientos y sus vivencias es un desafío que raya en la osadía. Pero si para revivir los amores de un hombre por otro hombre hacen falta muchas agallas, si ese hombre es un poeta de la sensibilidad de Federico el atrevimiento raya en la imprudencia. Porque el baile de Morales descansa básicamente en la limpieza de sus zapateados y en sus figuras masculinas—no nos gustó sin embargo esa forma de encoger los hombros repetida en exceso—, es decir, un baile plenamente varonil. Creo que para personificar a Lorca le faltó sensibilidad y sutileza, especialmente en la granaína. 

 
Para acometer esta atrevida aventura David Morales se inspira en la reciente novela de Manuel Francisco Reina, Los amores oscuros (TH Novela, 2012), en textos lorquianos y músicas flamencas —lástima que, especialmente en la primera parte, el volumen de la megafonía resultase algo estruendoso—. Cuenta además con el bailarín contemporáneo Iván Amaya para dar vida al amante del poeta. Morales y Amaya, hombre y mujer, bailan insinuando detalles de la relación amorosa de la pareja —las imágenes proyectadas como telón de fondo son mucho más explícitas—. Baile de hombre en Morales y sinuosidades femeninas en Amaya. 
 
Comienza la obra, tras la lectura en off de “Herido de amor”, con un solo de Morales que va del martinete a la bulería por soleá, pasado por la granaína. Los amantes se encuentran por tientos y celebran sus esponsales por tangos y fandangos. Clara Montes pone voz a los versos que Lorca dedicó a “Aquel rubio de Albacete” y que tanto tiempo han permanecido ocultos. Morales baila por alegrías. La petenera anuncia la tragedia enmarcada en navajas y manos asidas a barrotes carcelarios. La obra se va acercando a su final con Anda, jaleo y cierra con Requiem por Federico de Rafael de León recitado por Esperanza León.

Morales contó también para poner en pie Muerto de amor con la inspirada música de Daniel Casares —la interpretaron la guitarra del propio Casares y las de Gaspar Rodríguez y Víctor Torres, las voces de Esperanza León, Kiko Peña y José Montoya, el violín de David Moreira y la percusión de Guillermo Ruiz—, con el baile de Noelia Sabarea, excesivamente bronco y escasamente femenino, poco aportó al espectáculo, y con la puesta en escena de Juan Estelrich, imaginativa y con un original ciclorama de fondo y panel semitransparente en primer plano.

                                                                                                José Luis Navarro