Anoche José de la Tomasa nos trasladó a otros tiempos. A
tiempos en los que se vivía más despacio. Tiempos en los que se saboreaban las
cosas. Hizo un cante antiguo, tan antiguo como el mismo flamenco. Y es que José
pertenece a una generación pasada. Una generación que supo enseñarnos qué es y
cómo es el cante flamenco.
José dio un concierto sin más argumentos que el cante mismo.
El cante como protagonista exclusivo. Eso sí, vino muy bien acompañado. Se
trajo a Pedro Sierra, una guitarra de hoy. Brillante, imaginativa. Fue un
contrapunto perfecto para que el cante sonase todavía más añejo.
José se sentó y
empezó a desgranar sus cantes ―malagueñas, tarantas, soleares, alegrías,
seguiriyas, fandangos, bulerías. Paladeando cada nota. Sintiendo cada palabra. Rematando
como Dios manda cada cante. Aguantando en la silla hasta completar la última
nota. El último quejío. Hizo un cante sin concesiones a la galería, completamente
desnudo de efectismos. Un cante sosegado, parsimonioso. Un cante para escuchar.
Un cante que no debe perderse.
José Luis Navarro
Fotos: Remedios Malvarez
Cortesía de Cajasol
Lugar: Sala Turina (Sevilla)
Fecha: 13 de febrero de 2014.