La Historia se reescribe continuamente. Hoy el Concurso de
Cante Jondo de 1922 es un hito en la historia del flamenco. Antes de celebrarse
era una ilusión compartida por muchos. En su organización hubo errores tan bienintencionados
como trascendentales. Cuando se bajó el imaginario telón fue una decepción para
algunos, Falla entre ellos. Ahora ha servido de argumento para que Rafaela
Carrasco monte con apenas cuatro mimbres un magnífico espectáculo. Y es que es
imposible sacarle mayor partido en solo dos meses a unas músicas enlatadas, cuatro
sillas, un tabladillo de escasos metros, una especie de baranda de balcón en la
que no cabían ni tres personas y a un puñado de jóvenes armados de fe y ganas
de triunfar en el mundo del baile.
En la memoria del
cante es un homenaje que el baile tributa al cante. Así de sencillo. Algo
tan clásico como elemental, porque siempre se ha bailado al cante, aunque hoy
veamos un día sí y otro también cómo se menosprecia el cante a base de
interminables zapateados.
La obra comienza con el manifiesto, en la voz de Francisco
Suárez, que firmaron Manuel de Falla, Oscar Esplá, Enrique
Fernández Arbós, Joaquín Turina, Conrado del Campo, María Rodrigo, Manuel Jofré,
Federico García Lorca, Ramón Pérez de Ayala, Juan Ramón Jiménez, Tomás Borrás,
Fernando Vela, Enrique Díez Canedo, José Ruiz de Almodóvar, José María
Rodríguez Acosta, Manuel Ángeles Ortiz, Hermenegildo Giner de los Ríos y
Fernando de los Ríos. A partir de ahí se rinde tributo a voces y toques
históricos: Ramón Montoya, Manuel Torre, Pastora Pavón "La Niña de los
Peines", Manolo Caracol, Antonio Chacón y Diego Bermúdez "El
Tenazas".
Rondeña de Ramón Montoya |
Rafaela Carrasco y David
Coria, con las aportaciones de Ana Morales y Hugo López, alcanzan con sus
coreografías momentos memorables. Hubo, especialmente, tres hallazgos que nos sorprendieron
y nos cautivaron por su originalidad: la rondeña de Montoya, la zambra albaicinera
y la saeta de Pastora. Seis bailaores dan vida y ponen formas a las seis
cuerdas del toque de Montoya. Todo un alarde de imaginación y fantasía. Palmas,
cantes y guitarras funden en un inspirado pasaje todos los sones y danzas del
Albaicín granadino. La saeta fue una grandiosa incursión en los arriesgados
territorios de lo nuevo. Fue también un momento
más de la espléndida actuación de Ana Morales, una bailaora que crece día a día
en creatividad y arte.
El espectáculo lo cerró Rafaela Carrasco, reproduciendo a su
manera sobre las tablas del Central la actuación de Juana la Macarrona la noche del 13 de
junio de 1922 en el Patio de los Aljibes de la Alhambra de Granada. Nos gustó
cómo adornó la escobilla clásica de las alegrías, aunque no entendemos qué
justificaba su vestuario.
Y a modo de telón final, la misma lluvia que levantó apresuradamente de sus asientos al público de aquel lejano 14 de junio del 22 puso fin a este estreno del Ballet Flamenco de Andalucía.
Y a modo de telón final, la misma lluvia que levantó apresuradamente de sus asientos al público de aquel lejano 14 de junio del 22 puso fin a este estreno del Ballet Flamenco de Andalucía.
Nuestra enhorabuena a Rafaela, a sus músicos (Antonio
Campos, Jesús Corbacho, Miguel Ortega, Juan Antonio Suárez "Cano" y
Jesús Torres), y a ese estupendo cuerpo de baile (Alejandra Gudí, Florencia
O'Ryan, Laura Santamaría, Paula Comitre, Carmen Yanes, Eduardo Leal, Antonio
López y Alberto Sellés), liderado por Ana Morales, David Coria y Daniel
Navarro.
José Luis Navarro
Lugar: Teatro Central (Sevilla)
Fecha: 23 de febrero de 2014.