Cada día estoy más convencido de la universalidad del
flamenco y muy especialmente del baile flamenco. Porque el flamenco es música
de sentimientos y los sentimientos no tienen nacionalidad. Es igualmente cierto
que los sentimientos se transmiten mediante unas formas determinadas en el
baile, pero las formas se pueden aprender. De hecho esto es lo que nos
demuestran día a día decenas de bailaoras de distintas procedencias. Unas,
andaluzas; otras, catalanas; otras, argentinas. Argentina precisamente era la que
vimos bailar anoche. Fue en ese tablao íntimo que es La Caja Negra y ella se
llama Melissa Soledad Maciuk.
Melissa hizo seguiriya y alegrías y supo expresar con cada
baile su carácter específico. Seriedad, rabia, tragedia, en la seguiriya.
Júbilo, disfrute, felicidad, en las alegrías. Melissa demostró que conoce las
formas y sabe ponerlas al servicio del corazón.
Estuvo muy bien arropada atrás. A la guitarra por Gori Mazo,
un antiguo miembro del grupo Zaguán que cada día toca y compone flamenco mejor
―la granaína con la que abrió el concierto nos gusta cada día más―. Para el
cante estuvo Cristina Tovar, una cantaora que conoce muy bien los cantes y les
pone todo el genio y el temperamento que cada uno precisa.
¡Enhorabuena a los tres!