Buena noche en el Garufa. El grupo encabezado por la
bailaora Helena Cueto, con Guillermo Guillén a la guitarra, PaKo Mejías
al cante, David Martil a la
percusión y Niño Carmela a las palmas,
resultó ser un grupo en el que reinó la sintonía, el compañerismo y el interés por ofrecer sin más pretensiones un
buen espectáculo flamenco. Y lo consiguieron.
La tarjeta de visita fueron unos tangos interpretados por
PaKo Mejías, empuje en su cante y un
personalísimo metal de voz, y Guillermo
Guillén, ya un sólido guitarrista, que dejaron muy buen sabor de boca.
Helena Cueto inauguró su actuación con una caña, a ritmo de
soleá por bulerías, hasta llegar a los ayes en los que destapó sus buenas
esencias: unos espléndidos brazos, sugerentes quiebros y buen porte. Continuó
por abandolaos con el Fandango de
Frasquito Yerbabuena y cerró, si no recordamos mal, con los machos de la caña y
el polo. Un baile coherente y bien estructurado.
Antes del segundo baile, después del descanso, Helena y Niño Carmela nos regalaron unas
deliciosas sevillanas, llenas de flamencura y buen gusto. Es de destacar la
generosidad del Niño Carmela que contribuyó sin reservas, tanto en las
sevillanas como en la pataíta final por bulerías, a enriquecer el recital, y
también el detalle de la bailaora al darle un sitio que sin duda se merece.
Las alegrías de la segunda parte pusieron el resto. Alegría,
ángel en sus expresiones, buenas maneras, bellas pinceladas en sus figuras,
buen sonido de pies. ¡Lo pasamos bien, sí señor!
Eulalia Pablo