Anoche Dorantes dio un concierto soberbio. Era música. Sin
más. Si me apuran, música contemporánea. Alguien se preguntaba: ¿pero esto es
flamenco? Y qué si no. Era música. Él y su piano, solos en el centro del
escenario dieron un concierto sentido y brillante con el que todos disfrutamos.
Disfrutó David ―se le notaba, y además, él mismo lo dijo al final― y
disfrutamos todos.
El otro día dije que David está haciendo a pasos de gigante con
el piano lo mismo que Paco de Lucía ha hecho con la guitarra. Hoy me reafirmo.
Es más. Creo que hace ya mucho tiempo que vuela por los territorios de la
música pura. En una cosa, sin embargo, sí que estuvo en flamenco: la ausencia
de partituras. Yo no sé cómo se puede llevar en la cabeza ―y en el corazón, en
este caso― tal cantidad de notas. Mi amigo José Luis Ortiz Nuevo decía que
tiene la memoria en las yemas de las manos. Y debe tener razón, porque ¡qué pocos
músicos de los llamados "clásicos" serían capaces de tocar hora y media
sin mirar un papel!
No sé si improvisó. Lo digo por la ausencia de programa. No
me lo creo. Tocó, eso sí, lo que quiso: algún tema conocido y temas que a mí me
sonaron nuevos. Al final, tuvo que regalarnos un tema más. Él no se creía que
quisiésemos más. David es así de sencillo, sin el más mínimo asomo de
afectación o petulancia. Un signo inequívoco de grandeza.
José Luis Navarro
Lugar: Sala Turina (Sevilla)
Fecha: 11 de abril de 2013.