jueves, 31 de marzo de 2016

Así bailaría La Macarrona



No se sabe en realidad cómo bailaba la jerezana, pero a tenor de la fama que alcanzó sin duda tenía que hacerlo muy requetebién (*). Y así es cómo baila María Moreno.  Y así es cómo bailó anoche en la Sala Chicarreros.

“Alas de recuerdo”, estrenada en Cádiz el 14 de noviembre de 2014, es una forma de transmitir sentimientos y emociones. Momentos felices y recuerdos amargos. Comienza con una introducción teatral, afortunadamente breve, que tras un ruido de máquinas y ecos de rock y un zapateado de María cierran Juan José Amador y Joselito Acedo por vidalita. Luego, flamenco y más flamenco. Acedo demuestra porqué le eligió Rafael Riqueni como segunda guitarra y porqué le concedieron el Grammy Latino el pasado septiembre. Lo hace con un solo inspirado en el Capricho árabe de Francisco Tárrega. Una exquisitez musical.

Después, María se adueña del escenario con unas alegrías con el sello de su tierra. Unas alegrías de Cádiz y unas alegrías de mujer, con mantón y bata de cola, y sobre todo con ese desparpajo y esa picardía que están en la raíz de ese estilo, derrochando gracia y salero y dejando muy claro qué es en el baile flamenco un pellizco. A lo Macarrona. No hay duda de que en sus recuerdos había momentos de gozo.

Foto: Remedios Malvárez
 Y de la alegría al dramatismo de la mina con un taranto, un baile especialmente querido por María. Una composición coreográfica densa y jonda, transmitiendo sentires profundos. Otra lección de baile. Juventud y maestría. 

De seguido, sentada, bailó María a base de manos, brazos, recortes y quiebros de cintura. Pura expresividad y sintonía exacta con el cante y la guitarra. Luego, se levantó y la armó.

 
Foto: Remedios Malvárez

Foto: Jaime Martínez
Y para cerrar un mano a mano, Joselito y María, a los sones de la rondeña y unos versos dichos magistralmente a lo flamenco por José Luis Ortiz Nuevo, mientras al fondo nos asomábamos al Atlántico.

Con ella, además de Joselito, dos maestros del cante atrás, Enrique el Extremeño y Juan José Amador, con las palmas de Roberto Jaén.

                                                                                                              José Luis Navarro

* Existe una brevísima grabación en la Biblioteca Pública de Nueva York hecha en 1917 por Léonide Massine, pero solo se puede ver en las instalaciones de dicha institución.