martes, 23 de febrero de 2016

La Cañeta es La Cañeta




El carisma es algo muy difícil de definir. Unas personas lo tienen y otras no. La Cañeta es de las que sí. Ella sola es capaz de llenar un escenario y organizar una fiesta con todos sus avíos. Anoche, sobre las tablas del Teatro Central, en ese homenaje a la “Málaga cantaora” con que ha querido iniciar el ciclo “Flamenco viene del sur” el Instituto Andaluz del Flamenco, La Cañeta derrochó poderío, frescura, temperamento y gracia. Cantó, se dio su pataíta, hizo sus bromas y se metió al público en el bolsillo. Cuesta trabajo creer que ya haya cumplido los 83 años. Se tiró una hora en el escenario como si nada y aún le quedó fuelle para el tradicional fin de fiesta. Fue una reunión de las antiguas, de esas en las que impera la improvisación, de las que los artistas pasan olímpicamente de lo que anuncian los programas de mano y se ajustan, como ella misma dijo, a “como le salgan las cosas”. Hizo cantiñas, soleá por bulerías, tangos dijo que se iba a acordar de El Piyayo, hizo una letrita y se fue al garrotín, fandangos y bulerías. 

Imagen de archivo

Con ella se sentó a hacerle palmas José Salazar, pero no pudo resistir la tentación de hacerse él también unos fandanguitos con esa voz rota que le ha quedado. Desde luego, son pinceladas sentimentales que solo se pueden escuchar en el flamenco.

La primera parte del concierto corrió a cargo de Cancanilla. Empezó por tientos-tangos, se hizo fuerte por fandangos a pie de escenario, sin megafonía, seguiriyas, más fandangos y bulerías. Lástima que emborronase su actuación con esas espantás tan incomprensiblemente de moda ahora en las que el cantaor se levanta de un salto sin terminar el último tercio de un cante. ¿No se dan cuenta de que no son más que pruebas de impotencia, de incapacidad para rematar los cantes completos?

Cada uno se llevó su guitarra: Antonio Soto, La Cañeta, y Chaparro de Málaga, Cancanilla. Las palmas las pusieron Loli Salazar, Kiko y José Salazar.



Un buen comienzo para los martes de Flamenco viene del Sur.



                                                                       José Luis Navarro