jueves, 10 de diciembre de 2015

Todo Jerez en Cajasol



Hay muchas formas de encarar el arte flamenco. Tantas como artistas. Dos, sin embargo, son las más categóricas: la apolínea y la dionisíaca. Las dos estuvieron anoche representadas en el mosaico jerezano que puso David Lagos sobre las tablas de la Sala Chicarreros. Porque apolíneo fue su cante. Sereno, medido, clásico. Apolíneo fue también el baile de Mercedes Ruiz. Y dionisíaca fue Melchora Ortega, una tormenta que llega sin que nadie la espere. El trueno que no se ve venir.

David Lagos. Foto: Remedios Malvárez
David hizo gala de conocimiento. Fue clásico sin copiar a nadie. Haciendo los cantes como la tradición no los ha legado, pero  a su manera, como él los siente. Así ha sido siempre con los maestros del cante. Y dio toda una lección de autenticidad y magisterio. Sin duda alguna, fue uno de los mejores conciertos que hemos escuchado últimamente en Sevilla.

Melchora Ortega. Foto: Remedios Malvárez
El otro eje de la dicotomía que hemos esbozado, lo dionisíaco, es el rasgo que identifica a Melchora Ortega. Una cantaora fértil, apasionada, desbordante. A ella le importa muy poco cómo hacía los cantes Manuel Torre o el Niño Medina, ella los hace a su manera y santas pascuas. 

Mercedes Ruiz y Dieguito de la Margara trajeron el baile. Mercedes construyó un monumento a la guajira y Dieguito puso una pincelada con el sello de Jerez por bulerías. 

Diego de la Margara. Foto: Remedios Malvárez
Lo de Dieguito se va viendo poco. Hoy abunda la “pataíta” que enseñan en las academias. Pero la pincelada de Diego es otra cosa. Es la elegancia sin aspavientos. El arte condensado en unos instantes irrepetibles. 

 
David Lagos y Mercedes Ruiz. Foto: Remedios Malvárez
La guajira de Mercedes es el baile elaborado, bien construido, imaginativo,  transmitiendo con su cuerpo cuanto nos dice el cante, viviéndolo.  

Foto: Remedios Malvárez

Con ellos completaron el cuadro la voz de Javier Peña, la guitarra de Santiago Lara y la percusión de Perico Navarro.

Entre todos nos llevaron a Santiago y nos dieron una vueltecita por San Miguel. ¡Qué buen paseo!

                                                                                                       José Luis Navarro