jueves, 7 de mayo de 2015

La guitarra también pone los vellos de punta

Para empezar diré que anoche Rafael Riqueni me emocionó, me impresionó y en muchos momentos me puso los vellos de punta. El concierto que dio en la Sala Chicarreros puede con todo rigor calificarse de acontecimiento cultural en la vida de Sevilla. Fue demostración palpable del significado del término “memorable”: algo que no se olvida fácilmente.

Hoy por hoy Riqueni no solo es uno de los grandes nombres de la historia de la guitarra flamenca, es el músico de Sevilla. Se lo ha ganado a pulso. Sevilla, como cualquier otra ciudad, suele ser injusta y mezquina con quienes han nacido en ella. Ya se sabe que “nadie es profeta en su tierra”. Pero, al final, ha sabido reconocer y valorar los méritos de este trianero y le ha hecho suyo. Razones para ello se las ha dado y se las está dando Riqueni cada día. Porque, ¿quién si no un sevillano podía recomponer “Amarguras” como él lo ha hecho? Porque su soleá tiene todo el aroma de Triana. Porque cuando pone música a los trinos de los pájaros, estos seguro que revolotean por Sevilla. Es más, seguro que los ha oído en el Parque de María Luisa.

Foto: Remedios Malvárez. Cortesía de Cajasol.
 El toque de Riqueni es además diferente a todos. Ha bebido, como es natural, en muchas fuentes (Niño Miguel, Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía...), pero no se parece a nadie. Esa es, creo, una de las claves del valor de su música. Claro que el ser distinta no es en sí su mayor mérito. Lo que impresiona es la sensibilidad que rezuman sus hallazgos musicales. Con una cosa, sin embargo, no estoy de acuerdo con él. Después de hacer una taranta, una soleá, unas alegrías y una rondeña, dijo que ya había hecho la parte “flamenca” de su concierto. No. Esos toques, por supuesto eran flamencos, pero todo lo que tocó después también rebosaba flamencura.

Riqueni completó el concierto trayendo a su lado una guitarra joven, la que “más le gusta” de la última generación, la de José Acedo. Lo presentó y supo darle su sitio e incluso pararse a escucharlo. No todos suelen tratar así a las segundas guitarras. Una muestra de su generosidad y hombría de bien. Lo hizo porque le apetecía, porque, como demostró a lo largo de todo el concierto, su música no necesita de ningún tipo de acompañamientos.

Foto: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol.

Sé muy bien que la reseña de un concierto no es el lugar apropiado para hablar del carácter de las personas, pero no me resisto a decir que Rafael Riqueni tiene la humildad de los verdaderos maestros y la sencillez de los auténticos genios.

Finalmente creo que es de justicia agradecer a Cajasol la oportunidad que nos ha brindado de disfrutar de un concierto de esta categoría.

                                                                                                  José Luis Navarro