jueves, 5 de marzo de 2015

Un capítulo de la historia del baile en Cajasol

Toni el Pelao (Madrid, 1939) y La Uchi (Madrid, 1943) forman parte de la historia del baile flamenco. Hacen el baile que aprendieron de sus mayores. Nada más y nada menos que el baile que se hacía a principios del siglo pasado. Verles bailar es entrar en el túnel del tiempo y saborear las esencias de una forma de bailar que hoy está sufriendo los envites de los que todo lo reducen a un insulso y repetitivo zapateo. Ya lo decía Fernando el de Triana cuando se quejaba “de lo que adolecen todos los bailaores que en sus principios ejecutan mucho con los pies; pues el exceso de cuidado con éstos, les hace abandonar un tanto la colocación de los brazos” (Arte y artistas flamencos, 1935/2012: 172)*. Y qué manera de levantar los brazos tiene El Pelao. ¡Con qué majestad!, ¡Qué elegancia!,¡Qué forma de parar el tiempo! El Pelao y La Uchi hacen además los bailes completos. Marcan los tiempos, hacen sus escobillas clásicas. Meten los pies cuando hay que meterlos, pero con finura, con delicadeza. Saben adornarse con ellos —anoche volvimos a ver al Pelao ese martilleo de puntera marca de la casa que le enseñó a un jovencísimo Javier Barón—. Hay señorío en sus maneras. Llevan con toda dignidad sus años, porque para ellos —y para mí— el baile es arte y no atletismo.

Anoche abrieron su recital con una caña en pareja, en la que, como buenos madrileños, casi se bailaron unos pasos de chotis. Mírenlos:

Foto: Remedios Malvárez
Luego Toni hizo la farruca que su padre le enseñó, la misma que le enseñó también, a instancias de Pilar López, a otro jovencito que se llamaba Antonio Gades.


Foto: Remedios Malvárez
La Uchi bailó por alegrías y El Pelao hizo una romera que fue pura filigrana. Se despidieron con las habituales pataítas por bulerías.

Foto: Remedios Malvárez
Foto: Jaine Martínez
Atrás les acompañaron las guitarras de Juan Serrano y Miguel manzano y el cante de José Anillo y Pepe el Bocadillo.

                                                                                                   José Luis Navarro

* Utilizamos la edición de Libros con Duende.