domingo, 21 de septiembre de 2014

Maribel Ramos, una cómica con mucho arte

¿Quién ha dicho que el flamenco no puede ser divertido? ¿por qué no? Lo puede y algunas veces lo es. Desde luego, lo fue en la comedia que Maribel Ramos estrenó anoche en Sevilla en el Museo del Baile Flamenco. La tituló De no llegar a tiempo y entre que si los músicos no han llegado todavía, que si suspendo o no suspendo, nos hizo pasar un rato la mar de entretenido.
 
 
Maribel quiso encarnar a una bailaora y escogió nada más y nada menos que a su paisana Carmencita Dauset, una mujer intrépida y decidida donde las hubiera, la primera que cruzó los Pirineos y se plantó en París, la primera que surcó los mares y volvió loco al público neoyorquino, la primera que posó para pinceles famosos —John S. Sargent, W. M. Chase—, la primera que se puso delante de una cámara cinematográfica y apareció en los primitivos kinetoscopios cuando el cine mudo era un recién llegado al mundo del ocio y de la cultura.
Así empieza Maribel su actuación, bailando en silencio como en el corto que le hiciese Thomas Edison a Carmencita en 1894. Y así arranca del público los primeros bravos. Le puso genio y destreza de pies y, entre bromas y veras, compuso hermosas figuras. Luego encontró un cantaor ciego entre el público y después a un guitarrista callejero y zarrapastroso —mientras el público esperaba para entrar en el Museo lo habían echado a patadas de allí— y, por fin, ya con todos los avíos, pudo empezar el concierto. El ciego (Jesús Flores) resultó que tenía muy buena voz y el guitarrista (Jordi Albarrán) muy buenas manos. Entonces Maribel se puso más flamenca todavía y derrochando energía, vitalidad y mucho arte bailó por martinete, por tanguillos, por guajira, por petenera y por alegrías terminó de cautivar por completo al público. Enhorabuena y gracias, Maribel, por ese buen ratito que nos regalaste.
José Luis Navarro