lunes, 21 de julio de 2014

Ana Moya en "¡Viva el Café Cantante!"


Ya dimos la noticia de la incorporación de Ana Moya al elenco de ¡Viva el Café Cantante! Hoy, en una especie de  "Quién es quién" de ese elenco queremos hablaros de ella
Ana Moya aprendió a bailar como cientos y cientos de niñas andaluzas. Su madre la apuntó en una academia de sevillanas. Pero ella quería aprender más y entonces la llevó a la de Matilde Coral. Ana tenía entonces 7 años. En 1988 se diploma en la Escuela de Arte Dramático y Danza de Sevilla y vuelve como repetidora con Matilde Coral, pero no deja de formarse en todas las ramas de la danza: baile flamenco, español, clásico, regional y bolero. La simple relación de sus maestros es bien significativa de lo concienzudo de su aprendizaje: Pedro Azorín, Eloy Pericet, Elena Bachera Nikolerna, Victoria Eugenia, José Palacios, Ana María Bueno, Merche Esmeralda, Gregorio Montero, Anunciación la Toná, Manolete, Milagros Mengíbar y Manolo Marín. Con 12 años baila en peñas e incluso participa como solista en un Festival Internacional de Danza que organiza la RAI. Interviene en la película Sevillanas (1992) de Carlos Saura, así como en Tierra (1992) de El Lebrijano y en la serie de Canal Sur Cavilaciones (1995), dirigida por Pilar Távora.
En 1994, tras las preceptivas audiciones, ingresa en la recién creada Compañía Andaluza de Danza que dirige Mario Maya y pone su granito de arena para aquel asombroso cuerpo de baile que se formó en un tiempo record. En ella permanece hasta 1995 en que pasa a formar parte de la de Antonio Márquez, que en ese momento cuenta con la dirección artística de José Granero. Con Antonio Márquez participa, en calidad de solista, entre otros espectáculos, en El sombrero de tres picos, la obra que se estrenó en 1997 en el Teatro Real, con motivo de su inauguración. Durante estos años, colabora con la compañía de Mario Maya en el espectáculo que abría el Campeonato Mundial de Esquí de Granada (1996), en Lances del Arenal (1996) de Cristina Heeren, con coreografía de Javier Latorre, y, junto a El Mimbre en el programa Noches flamencas (1996), que Canal Sur le dedica al bailaor sevillano.
En 1999, se reincorpora a la Compañía Andaluza de Danza, que dirige José Antonio, participando en los siguientes espectáculos: El perro Andaluz de María Pagés, Latido Flamenco de Manolo Marín, Manolete y José Antonio Ruiz, Cosas de Payos de Javier Latorre, Un ramito de Locura de Javier Barón, Elegía de José Antonio, Encuentros de Alejandro Granados, Isabel Bayón y Eva la Hierbabuena, Picasso y La leyenda de José Antonio. Fue, precisamente en este segundo período en la Compañía Andaluza de Danza cuando Ana vivió uno de los momentos más felices e importantes de su carrera artística. Ocurrió en 2002, con motivo de la reposición de Bodas de sangre. Y no solo tuvo el honor de que la dirigiese Antonio Gades —ese fue además el último trabajo del maestro alicantino—, sino que fue el mismo Gades quien la seleccionó para interpretar el papel principal de esa obra, el de la novia. Un papel que ella supo bordar a entera satisfacción tanto de Gades, como de cuantos hemos podido volver a emocionarnos con esa obra maestra de nuestro baile.
Antonio Gades le da los últimos toques para el estreno de Bodas de sangre con la Compañía Andaluza de Danza
En 2004 volvió a tener un papel destacado en el CAD, en el espectáculo Los caminos de Lorca, la obra elegida ese año para recordar al poeta granadino. Una obra que se representó durante más de un mes en el Palacio Carlos V de Granada y después se presentó en la Bienal de Sevilla. Pero esa fue su despedida de la compañía andaluza. Poco después la abandonaba voluntariamente.
Durante este período, Ana hace sus pinitos como coreógrafa, montando unas alegrías con bata de cola para el espectáculo Al son será de Óscar Quero, estrenado en Almería en 2006. Sin embargo, la suerte le volvió a sonreír, y en 2006 José Antonio la llamó para que se incorporara, como bailarina invitada, en el Ballet Nacional de España. Allí vivió su momento más dulce desde que su madre la apuntase a una academia de sevillanas. En el Ballet Nacional ha interpretado La Leyenda de José Antonio, el Bolero de Ravel de José Granero, una de las coreografías emblemáticas del Ballet Nacional, que llevaba más de 20 años sin reponerse, Cambalache de Antonio Canales, Dualia de Ángel Rojas y Carlos Rodríguez y Capricho de Fernando Romero.
Ana Moya (de blanco) con Elena Algado en La Leyenda de José Antonio
Ana Moya es una bailaora completa, con una técnica depurada y, sobre todo, con una capacidad admirable para conectar con el público y transmitirle todo tipo de sentimientos y sensaciones. Como buena sevillana, domina la bata de cola y juega con brazos y manos con la elegancia y femineidad que caracteriza a las que han aprendido a bailar en las orillas del Guadalquivir hispalense.
Actualmente enseña en el Conservatorio de Danza de Sevilla todo cuanto ha aprendido en su vida artística.
José Luis Navarro