martes, 18 de marzo de 2014

Un concierto mal avenido

El concierto de anoche en el Central me recordó aquellos programas dobles de los cines de barrio. Dos películas juntadas al azar. Un dramón de los sesenta y un estreno rescatado de una sala de "Arte y ensayo". Un programa que, sin embargo, no atrajo al público que asiste regularmente al ciclo ―apenas si se llegó a la mitad del aforo―. Y es que a los que gustan de lo nuevo les atrae muy poco el flamenco festivalero de antaño. Y lo mismo a la inversa.


A mí me apetecía escuchar el piano de Ariadna Castellanos. Y lo disfruté. Es un capítulo más en ese libro del flamenco del mañana. Un capítulo escrito con pasión y delicadeza. Un capítulo que nos dice que el flamenco no cesa de enriquecerse. Hace tiempo que el piano dejó de ser una novedad en el universo de lo jondo. Arturo Pavón, Pepe Romero, Dorantes, Pedro Ricardo Miño y Diego Amador se han ido encargando de ello. Ellos han trazado los caminos por los que hoy pianistas como Ariadna expresan su sentir jondo. Ella lo hace a su manera, pero con sabiduría y destreza, trasladando a las teclas de su instrumento con sencillez e imaginación la esencia musical de los estilos flamencos que interpreta. Anoche hizo taranta, alegrías, zambra, tanguillos, rumbas y bulerías. La acompañaron Ané Carrasco a la percusión y Juan Miguel Guzmán al contrabajo. Contó también con la voz de Jesús Méndez y con Félix Vázquez que consiguió que el sonido fuese absolutamente inmejorable.

Tras el imprescindible descanso para poder redisponer la escena, todo cambió. Dimos marcha atrás en el tiempo y volvimos a los sonidos de ayer, en los que, eso sí, Churumbaque hijo lució una voz limpia y poderosa. Acompañado por la magnífica guitarra de Niño de Pura y con la percusión de José Prieto y las palmas y coros de Yolanda y Almudena, hizo cantes de faena fundidos con tonás, soleá, abandolaos, alegrías y se despidió por tangos.

José Luis Navarro
Lugar: Teatro Central (Sevilla)
Fecha: 18 de marzo de 2014.