A la lista, afortunadamente cada vez más larga, de jóvenes
artistas que forman ya un pequeño ejército con el objetivo común de hacerse
visibles y encontrar un sitio dentro del panorama del flamenco actual, se sumó
anoche un joven bailaor: Álvaro Ortiz que ha elegido como nombre de guerra "El
Sarabia".
No le faltan armas para tal empresa. Posee compostura y buen
porte. Sabe que la colocación desde principio a fin del baile es importante y
consigue dibujar estilizadas estampas, sus zapateados son nítidos y matizados,
sin necesitar, por tanto, aporrear el suelo, y acompaña su baile con unos
sonoros y bien administrados pitos que añaden fuerza y pellizco.
Con estos mimbres, ofreció dos bailes, taranto y soleá por
bulería, ambos de buena factura, que, seguramente irá enriqueciendo, pues entra
con buen pie.
Estuvo acompañado por la flamenca voz y el cante con
entrañas de Cristina Tovar, la guitarra de José Manuel Tudela y el violín de
David Moñiz, un atrás generoso, a pesar de los escasos eurillos a repartir.
Eulalia Pablo