martes, 19 de junio de 2012

Media hora con la Directora de la Bienal


Ayer mañana nos dimos una vuelta por ese remanso de paz que es el Convento de Santa Clara, donde tiene su sede la Bienal de Flamenco de Sevilla. Queríamos conocer la versión personal, subjetiva, de Rosalía Gómez sobre la programación que ya todos conocemos.


Creo que es una programación con un nivel bastante alto de calidad, aunque no estén todos los nombres que a lo mejor la gente esperaba. Me considero satisfecha de que haya, aunque sea un botón de muestra, un poquito de cada cosa de lo que quería desarrollar, aunque este año no se haya podido hacer.

Cuando le preguntamos cuál consideraba que había sido su principal aportación personal, delegó con toda humildad en los artistas que se darán cita en ella.

— Es que en esta Bienal yo no he podido encargar casi nada, ni hacer cosas tan importantes para una Bienal como son generar, activar, incentivar. He trabajado con lo que hay, con lo que los artistas han estado dispuestos a arriesgar, por eso no quiero yo protagonizar lo que han hecho otros. Yo estoy contenta de que haya quien quiera arriesgarse  en la actual situación, quien quiera crear, quiera asociarse con el resto de la gente, porque yo quería que esta fuera una Bienal de diálogo y hay quien sí lo ha entendido y está colaborando, está uniéndose a otros, está sembrando para ver si nacen cosas nuevas. Lo que sí está claro es que, por mucho arte que se tenga, si llevas toda la vida repitiendo lo mismo, difícilmente puedes desarrollar tu arte, que se convierte en arqueología. Eso era para mí fundamental: que no fuera arqueología, sino que fuera arte, en cualquiera de sus aspectos, pero arte vivo.

— ¿Qué se ha quedado en el tintero, Rosalía?

— Se han quedado en el tintero muchas cosas. En esta Bienal, que era del baile, hay muchos que no están por distintas circunstancias. Me habría encantado que hubiera muestras de todos los coreógrafos. Está Latorre, pero con un grupo japonés, con una obra ya pasada. Eso no es un paso adelante. No he podido provocarlo para que haga una obra nueva. Rocío Molina, que ahora mismo está en un momento efervescente, tampoco va a estar aquí, Isabel Bayón, al final, tampoco va a poder estar.

— Evidentemente, ese es siempre el lado negativo y triste de toda obra, pero también habrá habido alegrías.

— Desde luego, nadie me puede quitar la alegría que tengo por los que sí van a estar, y por lo que están arriesgando, como Fernando Romero, que yo creo que es el que más porque ha ido a encargar una música, un vestuario y ha querido que su coreografía esté rodeada de los mejores elementos. La consagración de la primavera me hace ilusión también, aparte de que es una obra que han afrontado coreógrafos de distintos géneros de la danza, el que sea una compañía que apueste por traer a 16 bailarines jóvenes, pues a mí me hace una ilusión tremenda, y que lo centren en el campesinado, con lo cual le da entrada también al elemento folclórico, que gente joven quiera seguir con rigor ese camino, que no se pierdan esas cosas me llena de alegría. Lo de Romances también me hace mucha ilusión, que es la única producción que hago, junto con la Gala. Yo hablé con el director del Mercado de las Flores de Barcelona y él se ofreció a ayudarme y, gracias a él, vamos a contar con ese espectáculo. Yo estoy encantada de que se trabajen los romances del siglo XV, porque han sido para el cante una fuente impresionante, por eso, la rama de investigación me parece fundamental y no sé lo  que va a salir de ahí, pero va a ser un espectáculo muy austero. Estoy muy satisfecha de involucrar a Juan Kruz, bailarín y coreógrafo de la cia de Sasha Waltz de Berlín, que además es un experto en música antigua, y a gente de mucho talento que hasta ahora ha estado separada del flamenco y creo que puede dar muchísimos frutos.

Como espectador, coincidimos con ella en el interés que nos despierta la obra de Stravinski. Nos enorgullece además, como flamencos, que con este trabajo Estévez y Paños pasen a engrosar esa lista de nombres ilustres en la historia universal de la danza —Nijinski, Béjart, Bausch, Preljocaj— que la han montado. Hablamos también de algunos aspectos concretos y puntuales. No terminábamos de entender cómo se podían programar en un mismo ciclo —nos referimos al ciclo de Santa Clara— artistas tan dispares como Rocío Márquez , Márquez el Zapatero y El Chozas, o Manolo Franco y los Hermanos Iglesias, por poner unos ejemplos. Así nos lo explicó:

— Yo lo que quería hacer en este convento es convertirlo en un templo de la escucha, que fueran recitales de cante y guitarra, todo "en acústico" —sin megafonía—. El ciclo que yo tenía pensado era el de cien años de cante. La idea era poner un mayor dándole la alternativa a un joven con un futuro prometedor, porque yo he escuchado a muchos mayores que tienen mucho que decir, muchos metales de voz que no se escuchan hoy. Quería hacer un recital de cante y de guitarra de gente diferente, hacer un abanico de cantes muy distintos, pero que cada uno tuviera algo que aportar, gente del flamenco de distintos ámbitos que se atrevieran a medir su arte "en acústico"  y a que la gente los escuche, que hay gustos para todos. En este ciclo ha participado también la Federación de Peñas. Yo les di unos cuantos nombres y ellos me han propuesto todos los demás, porque ellos conocen a la gente que pasa por sus peñas y a los que están despuntando.

Sabemos que corren por ahí todo tipo de rumores, bien y mal intencionados, pero en la mayoría de los casos, inciertos. Uno de ellos tiene por protagonista a Sara Baras. Se dice que había sido la única en conseguir todo cuanto había pedido. Esto es lo que Rosalía nos dijo:

— Sara Baras, en principio, pedía 4 o 5 días y un dinero que yo no le podía dar. Al final, llegamos a un acuerdo con el Ayuntamiento y viene "a taquilla", con dos días y uno más para el montaje, como todos los espectáculos que vienen al Maestranza. Luego, ella ha decidido dedicar el que disponía para el montaje, para función, y por eso tiene tres días.

Hablamos también, ¡cómo no!, de la Gala de clausura, que es lo que le ha producido más dolores de cabeza, pero eso lo dejaremos para otro día.
José Luis Navarro