jueves, 19 de abril de 2012

El Ballet Flamenco de Andalucía estrena en Sevilla


Yo creo que la filosofía es cosa propia de filósofos. Viene esto a cuento del título de la obra que ha puesto en escena el rejuvenecido Ballet Flamenco de Andalucía. Según Rubén Olmo, su director artístico, "Metáfora" procede de una frase lapidaria que en su día escribió Nietzsche y que decía: "La danza es la metáfora del pensamiento". Desde luego, si nos atenemos a lo que realmente vemos en escena y lo que Olmo ha querido mostrarnos, el espectáculo lo mismo se podía haber titulado "Tiempo", "Vida", "Historia" o "Recuerdos", por citar solo algunos términos que probablemente fuesen más apropiados que "Metáfora".

Dicho esto, vayamos al estreno en sí. Después de su paso por el Festival de Jerez, el Teatro Cánovas de Málaga y el Auditorio Maestro Padilla de Almería, el Ballet Flamenco de Andalucía se presentó en Sevilla, dentro del ciclo Flamenco Viene del Sur.

Metáfora es un espectáculo entretenido y variado que pretende homenajear a figuras históricas del baile y la danza flamenca, maestros que directa o indirectamente lo fueron de Olmo. Unos homenajes que se concretan básicamente en unas alegrías sevillanas de Matilde Coral, coreografiadas por su hija Rocío, y un taranto que quiere recordarnos a la pareja que formaron Antonio y Rosario, amén de un telón que cae al final y sobre el que se estampan los rostros y figuras de muchos bailaores que han hecho historia, desde Carmen Amaya y Rafael el Negro hasta Pilar López, Gades y El Güito.

Las alegrías, un montaje bastante vistoso aunque muy poco original, palidecieron cuando entró en escena Pastora Galván. Todo  un acierto el haberla invitado a participar en este montaje, porque con su descaro, sus maneras, con su irresistible personalidad, hipnotiza al público de tal forma que, desde que aparece en las tablas, ya solo tiene ojos para ella. ¡Ole, Pastora! Sin embargo, el taranto, interpretado por los bailarines solistas Patricia Guerrero y Eduardo Leal, pecó de excesiva estilización, tanta que terminó perdiendo toda flamencura. Fueron los tres números fuertes de la primera parte titulada "Suite flamenca".


Los protagonistas de la segunda parte fueron la danza estilizada y el folklore. La abrió Rubén Olmo con un solo en el que lució su baile, elegante, grácil e imaginativo. Como no asistimos al estreno, no pudimos ver a Rocío Molina interpretar su propia coreografía. ¿Tan agotada queda una bailarina que aún no ha cumplido los 30 para que sean necesarias estas sustituciones? En su lugar, la bailó Olmo, que no se hizo justicia a sí mismo con esta interpretación. Y es que debe resultar imposible darle vida con brillantez y seguridad a movimientos que han sido concebidos y creados específicamente para un cuerpo diferente. Los cuerpos no son intercambiables, máxime cuando son tan distintos como los de Rocío y Rubén.

En esta segunda parte, se lució el cuerpo de baile (Sara Vázquez, Ana Adraz, Marta Arias, Mónica Iglesias, Maise Márquez, Juan Carlos Cardoso, Ángel Fariña, Fernando Jiménez y Álvaro Paños) con un número con música y pasos de folklore que resultó original, vibrante y bien conjuntado. Lástima que el vestuario dejase tanto que desear. Fue lo mejor de este grupo de jóvenes bailarines que, si se mantiene la fórmula reestrenada para el Ballet de Andalucía, nunca podrá llegar a tener la personalidad que sí logran los cuerpos de baile de muchas compañías privadas. Simplemente porque no se le va a dar la oportunidad de alcanzarlo, si se renueva para cada espectáculo.

La música flamenca fue de Fabiola y Manuel el Zambullo (cante), David Carmona y Manuel de la Luz (guitarras) y Chupete (percusión). La de Metáfora la compusieron y arreglaron Agustín Diassera y Jesús Cayuela. La escenografía, sencilla,  funcional, fue de Juan Ruesga.

José Luis Navarro.

Fecha: 17-22 de abril.
Lugar: Teatro Central.