lunes, 15 de noviembre de 2010

Nereida. Giral triunfal

En 1918, no cabe duda de que Milagritos Muñoz, como la llama, quizá por su juventud, uno de los cronistas, se encuentra  ya en la cúspide de su carrera artística.  Se la sitúa entre las mejores de su género, actúa en los teatros de más categoría, ante los públicos más selectos, y consigue entusiasmarlos y embobarlos a todos.
Ciertamente, podría pensarse que lo que aparece en la prensa puede tener  un alto componente propagandístico, pero la unanimidad de opiniones respecto a su arte, vertidas por diversos críticos, en diferentes periódicos y lugares nos hacen pensar  que “cuando el río suena, agua lleva”.
Esta es la crónica que resume los éxitos cosechados. Aparece, junto con otra fotografía suya en el Eco Artístico del 5 de octubre de 1918.
Las líneas referidas a sus habilidades guitarrísticas nos sugieren algunas  características de su toque: sensibilidad e intensidad expresiva.

                                                            NEREIDA
Un vez más hacemos constar con satisfacción sincera, que el género de varietés se va avalorando de día en día con artistas de merecimientos tan extraordinarios, que sus campañas son como preseas triunfales donde reciben el homenaje de los públicos por sus condiciones indiscutibles.
Nereida es de las que llegaron por propio impulso a ocupar un puesto preeminente en las varietés.
Bailarina y cancionista a guitarra y orquesta, domina todo su extenso repertorio de tal forma, lo matiza de modo tan atrayente y magistral, que las ovaciones alcanzadas por su labor recientemente en el Parque Alfonso XIII, de Granada, y Palacio de Bellas Artes, de San Sebastián, más tarde, son pruebas confirmatorias de nuestras alabanzas hacia tan notable artista; mereciendo en este último teatro ser admirada por SS. MM., que elogiaron grandemente la elegancia y riqueza de su vestuario y la perfección de su trabajo, tanto en los bailes como en las canciones.
La prensa toda ha cantado también las excelencias de Nereida, desflorando en su honor los adjetivos más encomiásticos que, dedicados a ella, han resultado como hojas secas que ya en su frente han adquirido el verdor de lo inimitable.
No podemos resistir a la tentación del juicio que se emite en Granada ilustrada, y que dice así:
«De sedas, de perfumes orientales, de maravillosos exotismos ha sido presa esta mujer deliciosa, que en su nombre lleva la divina fantasía de lo milagroso. Es una sevillana que pudiera haber nacido en el Albayzín, entre dolorosas armonías de sonidos extraños, en una noche de tragedia o en un atardecer violeta del París mágico.
Es indecible cómo vive y siente el dolor infinito que sale de su guitarra, y cómo después, con exquisita delicadeza, dulcemente abrazada a él, le destroza apretando las rosas de sus brazos, mientras sus ojos le mienten las angustias del momento, y sus manos, unas manos finas, suaves, le acarician modulando sus lamentos.
Nereida baila en rítmico deslizar de la gentileza, de su figura o danzas, que unas veces son sueños tropicales y otras dinamismos de jotas aragonesas, todo con la sencillez, la gracia y la frivolidad de una estupenda bailarina moderna. Es una nueva sacerdotisa del rito pagano de la danza, que diariamente ofrece su culto al divino arte en el ánfora bizantina de su cuerpo grácil, que ondula como una seda tendida en el aire. Sugestiona y se apodera de nuestra voluntad hasta hacernos enloquecer; quisiéramos que toda aquella cantidad de emociones que despierta en nosotros la visión de su baile, se prolongara indefinidamente, y vivir la neurastenia de unos «staccatí» en la nuca, que dan unos pies diminutos.
Esta encarnación de mujer ideal ha conseguido la perfección de sus múltiples encantos, uniéndoles la extremada finura de su voz. En un desgranar armonioso de notas suaves, sin una sola estridencia, apenas haciendo llegar a nuestros oídos sus entonaciones, canta maravillosamente en un desbordamiento absoluto de sentimentalidad, matizando refinadamente todos los sonidos, y con un gusto incomparable.
Difícilmente podría encontrarse otra mujer del espíritu de Nereida, la bella gitana de boulevard que tan hondamente nos impresiona y nos subyuga. —Santiago Campana.

                              NEREIDA. Estrellas del Arte

«Es su arte mágico, colosalmente inspirado, fuente inagotable de bellezas.
Artista, sin igual, cuando al viento lanza los trinos melodiosos de sus cuerdas de marfil, ello es algo sobrenatural, nimbado con la dulce poesía de un ensueño. Hace sentir el sublime y escalofriante trepidar de intensa emoción; diríase que, con su cantar esplendoroso, inunda el espacio de una brisa de placer.

Nereida, eres sola entre las mujeres, y hermosa como las flores; sus ojos rasgados, con un mirar mezcla de ironía y altivez subyugadora, producen, otras veces, el efecto de un poderoso imán, que atrae, más exacto, que domina, y en este dominar encuéntrase el secreto de su triunfo. Esta es una realidad; tú te has impuesto; llegaste; has escalado el sitial reservado a las escogidas, y tu figura ha de pasar triunfadora por los escenarios que no te han visto.
Al evocarte en estas líneas, quiero significar la admiración sentida hacia la artista, bella hasta lo salvaje, sublime hasta lo inconcebible, inspirada cual los dioses del Parnaso. —Ralnas

                           Las grandes estrellas: NEREIDA
"Milagritos Muñoz {Nereida), ha tenido más triunfos en su corta vida artística que muchas compañeras de su género, que la belleza y la presentación no le han bastado para escalar el sitio que ha estado siempre reservado a las elegidas.
Después de su peregrinación artística por Burgos, Valladolid, donde tantos aplausos oyó en el teatro Calderón, y otros de provincias, llegó al pináculo a que esta clase de artistas llegan, en el teatro Romea y Lara, de Madrid.
Lo que significa bailar en Lara con una compañía de comedia, como la de Thuiller, hay que preguntárselo a Saint- Aubint, el notable crítico del Heraldo de Madrid, el protector primero de La Goya, que fue en donde hizo su fama la creadora del «Ven y ven>; la que, después de la Fornarina,  nadie ha subido tan alto en el mundo de varietés.
Salir de Lara es salir ya con el sello de consagrada de selecta, y el público de Lara no es como el de otros teatros de Madrid; y sólo lo que en el arte vale o significa tiene en aquel coliseo entrada; y lo que valía y significaba Nereida lo había visto el público madrileño en el Romea, y el empresario que la llevó a Lara.
De su arte como bailarina ya está dicho por la prensa de Madrid y de provincias, en todos los tonos, así como de coupletista; pero, sin embargo, hay puntos de vista que pasan desapercibidos al gran público y a la prensa; uno de ellos precisamente es el sentido del arte que tiene la artista que lo produce; no es la exhibición ni el afán de lucir sus trajes más o menos costosos, ni el dar a su trabajo el aspecto más agradable posible; Nereida ve en el baile que ejecuta algo superior al vulgar afán de agradar, lo hace con religiosidad; hay momentos en que es casta y en otros lacia, pero siempre sutil, siempre gentil, siempre enervadora y divina; diríase que es una sacerdotisa de Terpsícore, y pone en ello toda su hermosa almita de muñeca; yo creo que, bailando, hasta se olvida de que tiene un público a sus pies admirando las contorsiones de su talle en las danzas, y así es, en efecto.
Viéndola bailar o cantar tocando su guitarra, encontramos en ella una creación complicadísima, en la que hay algo de Goya, algo de flor y algo de pájaro.
Es una muchacha luminosa, suave, ondulante y casi alada, y tan sonriente ¡tan sonriente! Además, la mirada de sus ojos aumenta su misterio, y sus labios rojos, como una rosa que atrae. - Juanito.

Nereida aparecerá en el teatro Calderón, de Valladolid, (por segunda vez), el día 12 del corriente, pasando luego desde aquí a Zamora, Salamanca y Burgos.
El 20 de Noviembre hará su reaparición en el teatro Lara, de esta corte, donde estrenará el decorado de mantones de Manila, digno marco de su figura encantadora y sugestiva. Su repertorio, original y selecto, lleva la firma de los mejores autores, y en ella, con su presentación y trabajo exquisito, cuantas canciones y bailes ejecuta encuentran un sello de distinción y arte que extasía, y consigue que las ovaciones atruenen los espacios en obsequio de la sin par Nereida.