El concierto que ofreció Pansequito en los "Jueves
Flamencos" de la Fundación Cajasol fue de los de antes. Un concierto para
cabales. Lo malo es que nunca ha habido demasiados cabales y ahora menos
todavía. Esa sería una de las razones por la que había tantas butacas vacías ―el
aforo apenas llegaba al 50%―. Hoy el público es distinto y gusta más de otro
tipo de espectáculos flamencos. El cante a secas cada día lo tiene más difícil.
Es cierto también que el Sevilla se jugaba ayer a esa misma hora estar en la
final de la Europa League y no es menos cierto que muchos salían ayer a pasar
el puente en las playas. Son circunstancias que deben tenerse en cuenta al
programar un concierto.
Porque yo no creo que se deban jubilar antes de tiempo a cantaores
como Pansequito (La Línea, 1946), que representan cómo era el cante del siglo
XX. Todavía tienen mucho que enseñar a los jóvenes que quieren dedicarse a
esto. Anoche dio toda una lección. Hizo un recital bien completo: seguiriyas,
soleá, tarantos, alegrías, tientos-tangos y fandangos. Remató cada cante como
se debe hacer, sentadito en su silla, sin pegar un salto y dejar sin terminar
el último tercio. Eso, tan de moda ahora, a mí me parece una "espantá". Y luego todavía
le quedaron fuerzas y voz para hacer unos fandangos sin megafonía, que así es
como suenan mejor los cantes.
Le acompañaron al toque Manuel Valencia y a las palmas
Javier Heredia y Luis Peña.
José Luis Navarro
Fotos: Remedios Málvarez
Cortesía de Cajasol
Lugar: Sala Turina (Sevilla)
Fecha: 1 de mayo de 2014.