En algunos conciertos hay momentos que perduran en el recuerdo.
Son esos momentos memorables en los que el Arte alcanza el grado de excelencia.
Anoche, en el recital que abría la nueva temporada de la Fundación Cajasol,
hubo más de uno.
Los primeros chispazos de genialidad llegaron con el piano
de Pedro Ricardo Miño. Su seguiriya y sus bulerías, bien acompañadas por el
cajón de Juan Ruiz, rebosaban flamencura. Había en ellas brillantez, silencios
expectantes, redobles y desplantes. No se puede tocar más flamenco.
Después llegó el garrotín de Pepa Montes y Ricardo Miño. Delicadeza,
conjunción perfecta de música y baile, y sobre todo arte, mucho arte. Fue todo
un encaje de pies y guitarra. Luego están los brazos y las manos de Pepa, una
escultura viva de lo mejor de la escuela sevillana. Unos brazos que Pepa volvió
a lucir por soleá, dándole majestad y señorío a ese estilo que tanto se está
destrozando hoy con los dichosos zapatazos.
Sebastián Cruz y Vicente Gelo también tuvieron su turno de lucimiento
por fandangos de Huelva.
De izquierda a dereha: Vicente Gelo y Sebastián Cruz |
No seríamos justos si nos callásemos cosas que no deben ser.
No se pueden "tapar" los pies de una bailaora de la talla de Pepa con
ese estruendo de palmas y guitarra que se organizó en la caña y en las
alegrías. Confesamos que nos hicieron temer lo peor. ¿Qué estaba pasando?, ¿es que
Pepa había perdido los pies? Afortunadamente, no era así, como tuvimos ocasión
de comprobar en el garrotín.
En fin, un buen inicio para la nueva temporada de los Jueves
Flamencos.
José Luis Navarro
Fotos: Mercedes Malvarez
Cortesía de Cajasol
Lugar: Sala
Turina (Sevilla)
Fecha: 6 de
febrero de 2014.