Véanlo:
Lo ha hecho Rafael Canogar (Toledo, 1935), un reputado pintor abstracto. Es, como el mismo flamenco, un mestizaje. Un brochazo
rectangular en rojo ―una constante en la obra de Canogar― con una bailaora que
parece surgir por detrás. Abstracto con un guiño al figuritivismo. Muy bien.
Pero hay algo que no va con Sevilla. Porque el baile en Sevilla es
quintaesencia de la elegancia. Porque la belleza es patrimonio de su baile.
Porque en Sevilla se dice que para bailar la mujer ha de mover las manos como si
fuesen palomas. Y tranformar una paloma, una mano de mujer, en la garra de un aguila,
por muy real que pueda ser, eso no se hace.
José Luis Navarro