"Entre dos orillas" es un concierto sin más
argumento que el baile con su cante y su guitarra. Lo de las
"orillas", como se explica en el programa que se facilitó al público,
no es más que una ocurrencia de Fernando Iwasaki para hacer referencia a la
duración del espectáculo, más o menos "dos horillas" ―en realidad
solo duró una hora, ocho minutos y siete segundos para ser exactos―.
El recital, estrenado en 2012 en Trinidad y Tobago y
repuesto en Puerto Rico este mismo año, lo protagonizaron artistas vinculados a
la Fundación Cristina Heeren. Una joven bailaora que hace tiempo que ya es toda
una realidad y dos jóvenes promesas. Luisa
Palicio, Antonio Molina el Choro y Alberto Sellés.
Luisa (Estepona, 1984) es una hija artística de Milagros
Mengíbar que, sin renunciar a las hechuras de su maestra, sabe darle a su baile
su propia impronta. Anoche tuvo el aplomo y la prestancia de una consumada
bailaora y creó figuras insospechadas en ese "Silencio" en el que
reina solo la belleza de la figura y los frutos de la creatividad. Fue, para
mí, lo mejor de la noche. Dulzura, elegancia e imaginación. En los tangos de
Málaga, acompañada por Sellés y El Choro, puso la veteranía. En las alegrías
dio lección y media de bata de cola. Su malagueña fue un primor y su remate por
abandolaos, de nuevo con los dos bailaores, otra exhibición de maestría.
Alberto Sellés (San Fernando, 1991), el más joven de los
tres, tiene la chispa, la ambición y las ganas necesarias para convertirse muy
en breve en una figura del baile de hombre. Hizo una soleá a la nueva usanza,
es decir, muchos desplantes y pies ―los tiene excelentes― y pocos marcajes y
actitudes.
Antonio Molina el Choro (Huelva, 1985) hizo un
martinete-seguiriya en el que abusó de unos zapateados limpios, pero
repetitivos y atronadores. Como decía Gades, el suelo se acaricia para que dé
frutos. Es urgente que tanto él como Alberto miren al pasado. En los bailaores
de ayer tienen todo un museo de la riqueza que ha ido atesorando el baile
flamenco.
En el atrás estuvieron Moy de Morón y Manuel Romero el
Cotorro, otra realidad de cante joven, al cante, Tino van der Sman a la
guitarra y Roberto Jaén a las palmas.
José Luis Navarro