Va siendo hora de enterrar definitivamente tópicos
trasnochados, tales como, “el flamenco se lleva en la sangre”, “¿qué puedes
saber tú de esto si no has pasado hambre, persecuciones y fatiguitas?”, etc., etc., y sustituirlos por una realidad que día
a día se está imponiendo: el flamenco es ya un arte universal al alcance de
cualquiera que sea capaz de enamorarse de él.
No es cuestión de ADN, sino de afición, estudio, ilusión y sobre
todo, trabajo, trabajo…. y más trabajo. Así lo están haciendo decenas de
extranjeros de las más diversas procedencias, que vienen a su encuentro, se machacan aprendiendo
y se hacen su propia propaganda para conseguir reunir un público, poder medirse
con él en un escenario y llevarse, además de unos eurillos, los aplausos
cerrados que premian su actuación y les animan a seguir adelante.
Así lo demostró anoche el grupo que actuó en el Garufa,
compuesto por Zsófia Pirók , una húngara, convertida ya en excelente bailaora,
sobrada de técnica, expresividad y conocimiento; la interesante guitarra, de
Guillermo Guillén, todo un profesional, muy consciente de que la guitarra es el hilo conductor a
través del cual debe fluir todo el espectáculo. Conserva los toques tradicionales como santo y seña de lo que
está interpretando y añade los suyos propios con frecuentes destellos de
inspiración, que enriquecen pero en absoluto interfieren ni desvirtúan el palo en cuestión. Al igual que Sofía, se vino de Francia, su
país natal, para empaparse sobre el terreno de los entresijos de nuestro arte. Al cante, Pakito Mejías, un trianero guasón,
que se ha puesto una K en su castizo nombre, para, si se tercia, hacerse pasar
por austriaco y no desentonar con el
grupo. Así como si tal cosa. Sin embargo, el sabor de los tangos trianeros del Titi
le delatan. A la percusión Dani Bonilla, que lo mismo funciona como palmero,
que se canta unas letrillas o se da una pataíta. Todos confluyeron y crearon un
caldo de cultivo que funcionó a la perfección. Dicho todo esto, paso a hacer unos rápidos apuntes de lo que
allí sucedió.
Sofía bailó maravillosamente por soleá y alegrías y
estableció un magistral contrapunto del carácter de cada palo. Casi se
transfiguró y no parecía la misma de uno a otro. Dos bailes completísimos,
variados y generosos en técnica: brazos,
mudanzas, zapateados y remates.
Disfrutamos los tientos-tangos de PaKito y Guillermo, porque
tanto el uno como el otro introdujeron
apuntes nuevos, letras que entroncan perfectamente con el mundo actual el
primero y detalles personales el segundo. En la segunda intervención de ambos, un garrotín, ocurrió lo mismo. Nos queda en la memoria un bellísimo momento de la
guitarra, brevísimo, pero digno de recordar.
El broche por bulerías cerró la inmejorable actuación de todos ellos.
Eulalia Pablo
Lugar: Sala Garufa
Fecha: 10 de mayo de 2013.