Nadie puede poner en duda que Belén Maya es una buena
bailaora. Pero eso un artista tiene que demostrarlo cada vez que se sube a un
escenario. Belén quiso, pero no pudo. Estaba como desvaída. Parecía cansada. Ni
podía con la bata de cola y mucho menos con el mantón. Se le veía que tenía
previsto dar toda una lección con él en la caña, pero fue más bien poco lo que
consiguió hacer con limpieza. Antes, por cantiñas, había estado también desdibujada.
En el taranto, con preludio de tangos y tientos, presentó una coreografía plagada de
detalles de contemporáneo, especialmente en brazos y manos. No es en absoluto
censurable que un artista tome pasos y movimientos de cualquier estilo
danzario. Pero a esos préstamos hay darles un sentido, hay que sentirlos, hay
que “aflamencarlos”. Si no, el resultado es una pura justaposición de movimientos de marioneta y de elementos
ajenos los unos a los otros. Al final, Belén subió algo el tono en el homenaje
que le hizo a su padre en el martinete. Se sentó y zapateó como él lo hacía. Era
mucho Mario. Desde luego, lo que más nos gustó fueron las bien iluminadas
figuras con las que iniciaron ella y Chloé el recital y la que la neoyorquina
esculpió para cerrar la caña.
La sorpresa la dio Chloé Brulé. Iba de palmera y segunda
bailaora. Además, bailar al lado de una maestra como Belén Maya era un toro de
Mihura y ella supo cortarle las orejas. Salió como un vendaval en las cantiñas
y llenó el ruedo de flamencura. En los fandangos abandolaos puso imaginación y
elegancia y en el martinete temperamento. Nadie diría que nació al norte de los
Estados Unidos.
José Valencia es hoy por hoy un atrás de mucha categoría.
Nos gustó por tarantos, especialmente ese taranto antiguo de Pedro el Morato,
pero por bulerías le sobró voz y le faltó vocalización.
A Miguel Pérez no se le puede poner ningún pero. Tuvo una
noche espléndida que redondeó con una farruca muy personal.
José Luis Navarro
Lugar: Sata Turina (Sevilla)
Fecha: 23 de mayo de 2013.