Ángeles Gabaldón es una extraordinaria bailaora y anoche lo
volvió a demostrar con creces. Bailó divinamente y dio toda una soberana lección
de Escuela Sevillana. Se lució con la bata de cola, hizo música con los
palillos, movió el mantón con maestría, le puso toda la imaginación del mundo
al abanico e hizo diabluras con el sombrero. Bailó con todo ―manos, brazos, hombros,
cadera, figura― y transmitió y expresó con el gesto todo lo que pedía cada
palo. Además, como diría un crítico contemporáneo, interactuó con el público con sonrisas
y ojos picarones. Fue un derroche de arte, conocimiento, elegancia, buen gusto
y simpatía.
Principió con un original garrotín, hizo una soberbia
seguiriya, subió la temperatura con la guajira y terminó de cautivar al
respetable por alegrías. No descuidó el más mínimo detalle. Se vistió como
pedía cada baile y, sobre todo, con estilo e imaginación. Y se hizo acompañar
por una guitarra de lujo, Rafael Rodríguez Cabeza, y dos voces de categoría,
David Lagos y El Londro.
El flamenco ha sido muy injusto con Ángeles Gabaldón. En su
haber tiene espectáculos que han sido hitos en la historia del baile. Inmigración (2003) fue un grito de
denuncia que, retransmitido por internet, resonó en más de 50.000 pantallas de
ordenador. Femenino plural (2007),
otro alegato contra la discriminación de la mujer, fue ahogado nada más nacer.
Pero ella no desespera. Con actuaciones como la de anoche la historia no va a
tener más remedio que darle el sitio que se merece.
José Luis Navarro
Lugar: Sala Turina (Sevilla)
Fecha: 2 de mayo de 2013.