Bienal tras
Bienal María Pagés ha ido presentando espectáculos ─ La Tirana (1998), Flamenco Republic (2001), Canciones, antes de una guerra (2004), Sevilla (2006),
Autorretrato (2008), Dunas (2009)…─ que son hoy hitos fundamentales en la historia del
baile flamenco. Con ellos ha acaparado todo tipo de Giraldillos. Ese es el
camino que lleva Utopía, estrenado en el Centro Niemeyer de Avilés el 8 de octubre de 2011.
María Pagés nos
demostró anoche qué pocos mimbres necesita para hacer un espectáculo
excepcional. En esta ocasión le ha
bastado con sentimientos, música y danza. Nada más y nada menos. ¿Qué otra cosa
es, si no, el baile flamenco?
Foto: Guillermo García |
En Utopía viajamos de las composiciones corales (que revelan la solidaridad y el conflicto, el compañerismo y la incomprensión, el orden y el caos, la ironía y la participación en una alegría común) a los solos en los que María Pagés materializa en escena el mundo interior, la búsqueda de uno mismo, la transición simbólica de los otros al yo y del yo a los otros.
Luego les ha puesto
palabras. Ha recurrido para ello a Pablo Neruda, Miguel de Cervantes, Larbi el
Harti, Mario Benedetti, Antonio Machado, Óscar Niemeyer y Charles Baudelaire.
Después, música, la de Rubén Lebaniegos, Fred Martins, Isaac Muñoz, José ‘Fity’
Carrillo y Caio Marcelo. Unas palabras y unas melodías que han llevado al
escenario las voces de Ana Ramón y Juan de Mairena, las guitarras de Rubén
Levaniegos, Fity y Fred Martin, el chelo de Sergio Menen y la percusión de
Chema Uriarte.
Ya solo faltaba el
baile y eso ha sido obra de María, que ha sabido mover magistralmente a sus
bailarines, alternando los solos con evoluciones grupales en las que dentro de
la necesaria armonía del conjunto se respetaba la individualidad de cada uno.
Estos son sus nombres: María Pagés, Isabel Rodríguez, María Vega, Aloma de
Balma, José Barrios, José Antonio Jurado, Paco Barbel y Rubén Puertas.
Y completó la obra
con una escenografía que también se inventó Pagés: unas líneas que parecían
tener vida propia y daban forma a la realidad cambiante del universo natural.
En esto María comulga asimismo con las palabras de Niemeyer:
No es la línea recta la que me atrae, dura, inflexible, creada por el hombre. La que me atrae es la curva libre y sensual. La curva que encuentro en las montañas de mi país, en la sinuosidad de sus ríos, en las olas del mar, en las nubes del cielo, en el cuerpo de mi mujer favorita.
Y es que, además, son las líneas curvas y sinuosas de sus brazos y
de su cuerpo las que dan forma, contenido y singularidad al baile de la Pagés.
Todos estos han sido esos mimbres con los que María ha montado los
bailes de Utopía: farruca,
trilla-soleá, granaína-rondeña, taranto-martinete, guajira-tangos y alegrías. Todos
con el sello de la excelencia. No sabría decir cuál me ha gustado más, aunque
si me apuran, diría que la farruca y la guajira.