En ROSA METAL CENIZA Olga Pericet explora tres sentimientos,
tres estados de ánimo: la feminidad, la entereza y la capacidad de renacer de
las propias cenizas para seguir luchando. Con ellos David Montero, responsable
de la dirección escénica, estructura el espectáculo en tres partes que denomina
“Libros”. Olga, asistida por el bailarín contemporáneo Jesús Caramés, se
encarga de expresarlos y darles forma.
En el Libro Primero, “Variaciones en torno a la rosa”, se
hace un homenaje a la mujer cordobesa que, como es natural, encarna la Pericet.
Escuchamos “Romance a Córdoba” de Pepe Marchena y ella aparece inmóvil, una
muñeca inanimada. Caramés la coloca en posición y ella cobra vida para
interpretar Córdoba de Albéniz. Muestra
así su faceta de bailarina. Tras una milonga de Marchena, reaparece ataviada de flamenca para hacer una tanda de
cantiñas ─mirabrás
incluido y con la obligada escobilla de las alegrías─ en las que hace gala de su dominio del mantón.
Fue lo mejor de la noche.
Foto: A. Acedo. Cortesía de la Bienal |
En el Libro Segundo, “Pasos y mudanzas del metal”, volvemos
a escuchar a Marchena y un par de tarantas ─”Tú
la joya y yo el joyero” y “La Gabriela”─
como preámbulo a la seguiriya que hace Olga con traje de calle ─una mujer de hoy que encara la
vida con firmeza─ y que
remata por toná. Completan esta segunda parte unas bulerías que hace el cuadro
de atrás y en las que un espléndido Jesús Fernández ─nos recordó por sus maneras a Marco Flores─ luce espontaneidad y gancho.
En el Libro Tercero, “Estrella de fuego y ceniza”, Olga
aparece con bata de cola, baila por soleá y cierra con un apunte por petenera.
En conjunto, resultó un espectáculo original y sugerente,
que ofreció lo que el público quiere ver: buen baile. La música fue de Antonia
Jiménez y Javier Patino y la interpretaron Miguel Ortega, Miguel Lavi y José
Ángel Carmona (cante), Jesús Fernández (palmas) y, por supuesto, las guitarras
de Antonia y Patino.