Eulalia
Pablo: ¿Cómo fue dedicarte a la enseñanza?
Juan Paredes: Cuando nacieron mis hijos yo me dije: «Después de lo que yo he conocido,
todas mis experiencias, lo que he vivido, a partir de aquí yo ya no creo que
vaya a superar esto y no me apetece terminar trabajando en un tablao, que fue
mis comienzos». Porque,
pensaba yo, con todo el respeto a la gente que trabaja en un tablao, que después
de toda una trayectoria no me apetecía jubilarme en un tablao. Total que decidí dejar eso y
dedicarme a otras cosas.
EP: Pero tú
eras muy joven cuando lo dejaste.
JP: Si, hace 10 años. Voy a cumplir 45, pues con treinta y
cinco. Después trabajé para la Junta de Andalucía, hice producciones,
ayudantías de dirección, fui manager de gira,
hice regidurías, fotografía, diseñador, producción con la Junta de
Andalucía en varios espectáculos, después me contrató el Museo del Baile Flamenco,
trabajé dos años para el Museo, como director de la escuela, como programador
de las actuaciones que se hacen allí, hacía los diseños de cartelerías del
museo, hacía las fotografías….
EP: O sea
que, menos político, has hecho de todo.
JP: Yo he hecho de todo. Así que le puedo meter mano a
cualquier cosa dentro de mi mundo, a cualquier cosa. En el Museo también daba
clases de flamenco y cuando me salí de allí me dije: «Bueno pues ahora quiero
ser maestro de baile y enseñar a la gente mi experiencia». Yo enseño
experiencia.
EP: Desde el punto de vista de la enseñanza, tú te has creado
tu propia pedagogía, que no tendrá mucho que ver con la que te han enseñado a
ti.
JP: Pues eso
es una mezcla de todo lo que yo he aprendido. Mira, nadie nace sabiendo.
EP: Pero, ¿cómo
ves tú la enseñanza?
JP: Yo quiero enseñar
a la gente cosas que le sirvan para desarrollarse y crecer artísticamente,
ellos solos. Es decir, yo les doy las herramientas para que ellos consigan
identificarse dentro del baile y eso es lo que hago. ¿Cómo? Lo hago
explicándoles mis experiencias, mis sensaciones. Si les monto coreografías y
pasos, la gente al final termina bailando mis pasos y mi manera de entender el
baile, y yo me he apartado de lo que
quería.
Lo que hago es que no
monto coreografías, monto una estructura básica para poder seguir una clase y
esa estructura la voy cambiando todos los días. Entonces a la gente que viene a
bailar yo les enseño fundamentalmente a entender el ritmo, les enseño a
respirar lo que están haciendo y a que miren hacia dentro y vean lo que son y
cómo lo pueden mostrar a los demás. Es decir, soy un mero enlace entre el arte
y el discípulo. Les doy la mano para que entren y ya está, ese es mi cometido.
EP: No es
una enseñanza a la usanza tradicional.
JP: No, a mí esa manera me aburre. Es efectiva, ha dado
resultados, porque han salido un montón de artistas, pero a mí esa manera me
aburre, porque si yo tengo que pensar cada día qué pasos tengo que montarles a
mis alumnos, cada vez más difíciles, cada vez más complicados y yo tengo que
tragarme las energías de esos alumnos, frustrados porque no sacan mis pasos,
porque yo tengo mi manera de entender el ritmo. Les explico el paso, el paso
técnicamente es complicado, la gente suda y se agobia, porque no puede sacar…,
pues termino por impregnarme de esa energía, me agobio y no me gusta.
EP: ¿Tus das
clase también a profesionales?
JP: Yo doy clases a
profesionales, de hecho dos de las personas que han venido hoy al estudio,
hacen sus espectáculos en sus respectivos países. Son profesionales, viven de
ello. Doy clases a profesionales en mis clases de Sevilla y fuera, cuando salgo
a dar cursos. Doy clases a profesionales, porque el profesional cuando viene a
mis clases, no viene buscando la coreografía y el paso difícil, viene buscando
la sencillez. Muchas veces, lo más difícil del baile es bailar. Hacer pasos y
hacer coreografías sin ton ni son no
sirve para nada.
He ido depurando,
creándome un método docente a través de los años y de la experiencia. Esto no
ha surgido de la nada, sino que ha tenido un proceso de maduración como artista.
Esto lleva ya años, es un camino hacia un objetivo, pero desde que empecé hasta
ahora ha sufrido muchísimas modificaciones. He ido quitando cosas que yo
entiendo que no sirven a los alumnos e incorporando otras que les ayudan. He
ido trabajando siempre con el objetivo de que mi alumno aprenda desde el
conocimiento, desde adentro, desde que se siente en una mesa, escuche y aprenda
el soniquete por bulerías y diga: «Yo
entiendo esto y a partir de aquí puedo crear, en la medida en que yo sea
creador. No todo el mundo es creador, pero en la medida en que yo pueda crear
algo lo voy a hacer desde mi conocimiento». Yo lo que voy haciendo es darle
herramientas a mis alumnos para que ellos puedan desarrollarse.
EP: Tú has
contado que tu padre le dijo a José Galván. Te traigo a mi hija a ver si sirve.
¿Qué significa para ti ese “si sirve”?
JP: Hombre mi padre quería decir si la niña tenía talento, si
había nacido con ese algo capaz de comunicar cosas a los demás, eso es el
talento. El talento obviamente se pule, se enriquece y se nutre al cabo de los
años con tu trabajo. El trabajo es fundamental, pero, claro, tú tienes que
nacer con algo. ¿Vale o no? Entonces esto es como cuando dices: “tiene algo”, si
tú le ves esa posibilidad. Por ejemplo, a mí mi padre no me veía nada, ni yo tampoco, sin embargo, José
Galván me descubrió porque él es un maestro, que, además, ha sido maestro de
grandes profesionales que se ganan la vida muy bien en el flamenco actual. Es
maestro de grandes nombre sevillanos. Supongo que él me vio y pensó: «Este niño
tiene algo, si no lo desarrolla pues se queda en nada, pero si yo soy capaz de encauzar
este algo, le puedo sacar brillo». Pues me sacó brillo.
EP: ¿Tú también
lo puedes ver? Y cuando te entran los alumnos, ¿ya sabes quién tiene algo?, ¿lo
notas?
JP: Sí, yo sé cómo va
a bailar la gente. Llevo toda la vida en esto y he visto bailar a muchísima
gente, a grandes y a pequeños y también sé sacarle a la gente lo suyo. Creo que
por eso mis clases son enganchantes. Ellos ya saben que les voy a sacar lo que
tengan y se lo voy sacar de una manera fluida, distendida. Yo no obligo a la
gente: “A ver tú sola, hazme el paso”. La gente tiene ganas de bailar porque se
encuentra con la confianza, le doy las herramientas necesarias: "Baila más
despacito", "más rápido". Ellos se ponen a bailar y poco a poco se van
descubriendo.
Tú has visto la clase
de hoy. Yo les he dado un punto, lo mínimo y a partir de ahí, “Crea, a ver qué
se te ocurre”. Normalmente ¿qué es lo que hacen? Repiten lo que ya han
aprendido, pero bueno, ese es un punto de partida. Si lo hacen muchas veces, al final terminan creando cosas
diferentes.
EP: ¿Darles
el esquema para que puedan tirar para adelante y ellos que pongan luego lo que
quieran?
JP: Claro, ¿has visto la foto que tengo en el facebook? 2.500
personas en una clase, bueno es un decir, unas cien personas. ¿Y por qué las
manejo? Porque no pretendo que hagan todas exactamente lo mismo. Les digo, esta
es la estructura básica, ahora haced lo que os salga a vosotros.
EP: Yo he observado una de sus clases y participado como
alumna en otra y salí pensando que si en la enseñanza tuviéramos muchos
pedagogos como Juan Paredes, podríamos desterrar el fracaso escolar, o al
menos, reducirlo a mínimos. Y es que Juan tiene una rara habilidad para
conseguir que se disfrute de la clase, evitando la sensación de fracaso, pues
cada uno puede entrar y salir en el baile airosamente de acuerdo con sus
posibilidades, sin la exigencia de una uniformidad. ¡Él sí que sirve!
Pueden ver
la clase a la que se refería en la siguiente dirección:
Y otra con
un grupo pequeño en su blog:
Eulalia Pablo