Javier Barón dio un recital bien medido —56
minutos—,
con los elementos justos —un bailaor, un cantaor, un guitarrista y un percusionista—,
y, sobre todo, con la sabiduría y el buen hacer de un auténtico maestro. ¡Así
se baila, Javier! Fue una lección magistral para todo el que desee ser bailaor:
unas manos expresivas y unos pies limpios, nítidos y ricos en sonidos y adornos
—en
ningún momento la percusión ni las palmas intentaron tapar el sonido de los
pies, esa práctica de engaño que parece ser lo primero que aprenden
muchos que empiezan a zapatear—. Atrás, estuvo muy bien arropado y
cada uno tuvo su momento de lucimiento.
Se levantó el telón con un torbellino rítmico de amalgama
que Javier serenó hasta encauzarlo por una soleá en la que puso el sello de lo
clásico.
Siguió Valencia por tarantas. Hizo la de Escacena, la que se
bautizó en su día como "taranta del verano", y la que el Cojo de
Málaga hacía con la famosa letra de "Mira lo que te he comprao", en
la que, sentimos decirlo, el torrente de voz del cantaor ahogó muchos de los
matices que le daba Joaquín Vargas. Javier las remató por tangos.
Luego llegó la hora de que el atrás se pusiese alante y
fuese por unos momentos el protagonista del concierto. Primero fue José
Carrasco con su percusión. Después Juan Campallo hizo su solo de guitarra. Y
cerró José Valencia con unos cantes de faena que elevó a la categoría de cante
grande.
En la última parte del concierto, Javier derrochó fantasía
en un potpourrí en el que hizo un recorrido por el mirabrás, las alegrías de
Córdoba, la seguiriya, el zapateado —el sitio justo para esos martilleos de puntera
que Javier ha hecho suyos— y la toná.
En agradecimiento a los aplausos del público, se dieron una
pataíta por bulerías en la que se lució particularmente José Valencia.
Fue un concierto original y perfectamente estructurado, sin
más pretensiones, nada más y nada menos, que conquistar al público con el baile.
Y lo consiguieron.
José Luis Navarro
Fecha: 22 de mayo de 2012.
Lugar: Teatro Central. Sevilla.