martes, 14 de abril de 2015

“Las campanas del olvido”, un concierto “clásico”

Hoy vivimos una especie de fiebre de novedades. Y eso está muy bien. Así es como se enriquecen las artes. Lo que no puede ser es querer asomarse al mañana sin conocer el ayer. Así lo que se logra son engañosos artificios sin fundamento.

“Las campanas del olvido” es un concierto flamenco clásico. Un concierto cuidado al extremo. Un concierto en el que tanto monta el baile, como el cante y como el toque. Porque eso es el flamenco: baile, cante y toque. Y vaya que si hay baile, cante y toque en estas campanas.


La guitarra de Rafael Rodríguez de puro clásica suena hasta moderna. Paradojas de la vida. David Palomar es el heredero y dueño de todo el cante gaditano. En su garganta resuenan ecos de Aurelio, de Chano, de Pericón, de la Perla... David vive el cante. Es una pasión que le domina, que no le deja estar sentado, que parece que quiere echar a volar. Y sin embargo David es de los pocos que rematan los cantes sentado, como se ha hecho siempre, sin dar esas “espantás” tan corrientes hoy. Y ¿qué decir de Alberto Sellés? Biznieto de Aurelio, lleva condensada toda la gracia que hay de San Fernando a Cádiz. Es además un bailaor completo. Hoy se zapatea, pero no se baila. Él zapatea y baila. Baila con las manos, con los brazos, con los pies, con todo el cuerpo. Sabe además que si hace un adorno con un pie, después lo tiene hacer también con el otro, porque si no, se arriesga a que le llamen “cojo”, que es lo que les pasa hoy a muchos que presumen de buenos pies. Se le nota que ha tenido por maestro a Javier Barón.


Él, Palomar y Rafael hicieron del concierto un tributo a Cádiz. Malagueñas del Mellizo, alegrías, soleares, tientos, bulerías y, para rematar unos tanguillos casi entre el público. Todo con el acompañamiento de Anabel Rivera y Diego Montoya. En medio, un momento solemne, un recuerdo a dos gaditanos ilustres: Manuel de Falla y Aurelio Sellés, el Romance del pescador y el tirititrán. Y la figura de Alberto asomándose al futuro.


Las campanas se olvidarán, pero un concierto con tanto arte se recordará mucho tiempo.

                                                                                                José Luis Navarro