sábado, 9 de agosto de 2014

La Unión. Día tres.



Anoche estrenó el Ballet Flamenco del Cante de Las Minas su primera obra: “Alma minera”, un recorrido histórico por el mundo de los mineros de La Unión, desde su llegada a las galerías hasta la salida al café de cante. Angustia, muerte –con la explosión de un barreno incluida-- y la necesaria diversión de la noche.   

Fue toda una sorpresa. Una grata sorpresa. No se puede improvisar una compañía de ballet de la  noche a la mañana y lo que vimos era toda una realidad. Acierto en la elección de todos lo que lo hicieron posible y horas y más horas para ponerlo a punto. 
Inevitablemente hay pequeños desajustes, la duración de algunos números resulta excesiva, pero estamos seguros que todo eso se irá puliendo en sucesivas actuaciones. Lo más difícil ya está hecho y, para rematar la faena, hubo también momentos de inusitada brillantez.

La música la firmaba Fran Tornero, la dirección Clotilde Corví y Beatriz Arce, la escenografía Esteban Bernal y la coreografía Javier Latorre –hoy por hoy el que más sabe de estas cosas--, Miguel Ángel Rojas, Carlos Rodríguez y Ángel Rodríguez. Como artistas invitados estaban Carlos Rodríguez que puso la primera piedra, luciéndose en un número con el sello de Latorre, y Miguel Ángel Rojas, que hizo una farruca, tan espectacular como excesiva en su duración.

En el cante estaban Alejandro Villaescusa y Rocío Bazán en el papel de Emilia Benito, que no tuvo su noche. Las guitarras de Francisco Tornero, Miguel Ángel García y Curro de María y un excelente cuerpo de baile completaban la compañía.

Antes, Niño Josele dio un recital de guitarra. Música técnicamente impecable, pero falta de mordiente. Como decía el espectador que me tocó al lado, “bonito pero sin lastimar”.

Rocío Navarro.