Abrieron la actuación unos simpáticos tangos, un paso a dos
vivo e imaginativo de Conchi Murcia y Alberto que sirvió de alegre
aperitivo para preparar el ambiente.
La sorpresa de la noche fue Conchi Murcia. Su soleá dejó
bien claro que habrá que seguirla muy de cerca de ahora en adelante. Fue
majestuosa y serena, sin aspavientos.
Ella la acompaña con su excelente porte, la adorna con unos bonitos brazos y la
adereza con finos zapateados, variados pellizcos y un discreto toque de gracia.
Tras una estupenda introducción por malagueñas
de Manuel Romero, Alberto hizo, un baile largo y completo por verdiales,
rara avis hoy en día, ya que, desgraciadamente este baile se está
convirtiendo simplemente en una bulería
más. Bailó varias letras por rondeñas, respetando en sus marcajes el ritmo abandolao,
sosegó el baile para dibujar las falsetas con excelentes figuras e hizo gala de sus potentes y variados
zapateados. Remató con el ya clásico fandango de Frasquito Yerbabuena.
Demostró, en fin , conocimiento y buen hacer.
Valores añadidos al recital fueron sin duda el
cante de Manuel Romero, un joven cantaor
que se supera día a día, conoce los
cantes y tiene un amplio repertorio de estilos y letras que se preocupa por
renovar en cada actuación, el toque personal de Idan Balas que él sabe
enriquecer con detalles y retazos de sus
propias vivencias y raíces musicales, como la pequeña introducción con la que
comenzó la soleá, y el generoso elenco, nada menos que cinco espontáneas, para la pataíta final.
Eulalia Pablo