Sencillamente magistral resultó el espectáculo de los Jueves Flamencos anoche. Once
es el número mágico que para el cabeza de cartel simboliza el idealismo, la energía,
la determinación y la fuerza que, curiosamente, junto a la elegancia son características
de su baile.
Sobre las tablas de un escenario desprovisto de ornamentación,
dos focos, un par de sillas y cinco maestros: Alberto Sellés, Milagros Mengibar , la gran maestra y
defensora del baile sevillano, como
artista invitada, la maravillosa guitarra
bruja de Rafael Rodríguez y las impresionantes voces
de Manuel Romero y Ana Gómez.
El programa, sabiamente secuenciado, fue enganchando al
público, que respondía entusiasmado. Pasado,
presente y futuro magníficamente ensamblados desfilaron ante nuestros
asombrados ojos en todos y cada uno de
los números que ofrecieron. El nexo de unión entre ellos, fueron las sevillanas
una a una, que interpretaron con todo el arte del mundo Alberto y Milagros.
Enternecedora y
perfecta fue la pareja de Milagros y Alberto en la bellísima y delicada caña. Alberto
lució la impresionante técnica de su baile por tangos, seguirillas y soleá, así
como su habilidad percutiva: pitos, palmas y taconeo que podrían permitirle
bailar sin música. ¡Y hasta se canta la mar de bien por alegrías el chaval,
como demostró anoche! Nos recordó a aquella famosa bailaora y maestra del siglo
XIX, La Campanera, que se cantaba y se acompañaba
ella misma a la guitarra su baile. Claro que Milagros no se quedó atrás,
chispa, desenvoltura, imaginación, expresividad y esos maravillosos brazos. Todo un deleite.
La sorpresa final fue, sin dudas, fruto de la creatividad de
Milagros, unos divertidos y salerosos
tanguillos que terminaron de subir el
termómetro en la sala.
El atrás, impecable. En todo momento hubo un total
entendimiento y complicidad entre todos, con frecuentes detalles de humor, guiños y pellizcos.
En resumen, una noche para el recuerdo.
Eulalia Pablo
Fotos: Darío Roldán