No se puede empezar con mejor pie. Pedro el Granaíno y
Antonio Reyes dieron un recital de
auténtico lujo. Fue un mano a mano de dos superdotados y de dos comarcas y
tradiciones cantaoras: Granada y Cádiz. Dos cantaores que conjugan, en la plenitud
de sus carreras artísticas, poderío y maestría. Dos voces gitanas a cual más
flamenca.
Pedro Heredia Reyes (Granada, 1973) dejó la venta ambulante
para regalar sentimientos. Y a eso se dedica. Nos sobrecogió por soleá, nos cautivó por tientos,
cambió la granaína anunciada en el programa por una bella composición que
principió con unos versos de la “Nana del caballo grande” de Camarón, siguió
con la taranta “Eres hermosa” del Cojo de Málaga y remató con la cartagenera
clásica de “Los pícaros tartaneros”. Nos metió el corazón en un puño por
seguiriya y remató armando el alboroto por tangos, acordándose de
Remedios Amaya y del “Lenguaje de las flores” de Enrique Morente.
A su lado estuvo Antonio Patrocinio, que dio toda una
lección de acompañamiento creativo.
Antonio Reyes Montoya (Chiclana, 1975) derrochó sabiduría —hasta
se dio cuenta de que después de la actuación de Pedro había que esperar que se
enfriase un poco el patio y dejó transcurrir exactamente 7 minutos y medio
antes de aparecer en el escenario— y convenció también al respetable, eso sí,
con otro metal de voz, más agudo y marinero, y otra herencia cantaora,
caracolera y gaditana. Empezó por zambra, acordándose de Caracol y su “Gitana blanca”. Se ganó al público por tangos. Interpretó, entre otros, los extremeños que solía hacer
La Marelu (“De Badajoz yo me he venido”) y los que llevan el sello de Camarón (“Me
critican porque bebo”). Hizo soleá y se metió de lleno en la bahía por alegrías,
que remató por bulerías.
Le acompañó a la perfección un inspiradísimo Diego del Morao.
El compás y las palmas las pusieron Tate Núñez y Manuel
Vinaza.
Fuera de programa, Pedro, Antonio, Diego y Patrocinio se
hermanaron por fandangos que terminaron a dúo.
Un colosal comienzo para los primeros Jueves Flamencos de
2018.
José Luis Navarro & Eulalia Pablo
Fotos: Jaime Martínez. Cajasol