Cuando apenas hace un par de meses de la celebración que los
flamencos hicieron en el Teatro Circo Price madrileño de los 60 años dedicado a
la guitarra del maestro granadino y justo un mes desde que fuese retransmitito por
RTVE, se asoma Pepe Habichuela al Maestranza sevillano. En Madrid a lo largo de
tres días recibió el cariño y el respeto de jóvenes y veteranos. Allí
estuvieron con él El Pele, José Mercé, Antonio Canales, Miguel Poveda, Juan
Carmona, Juanito Macandé, José el Francés, Tomatito, Arcángel, Jorge Pardo,
Niña Pastori, Estrella, Soleá y Kiki Morente, Josemi Carmona, Pepe Luis
Carmona, Israel Galván, Farruquito y Silvia Pérez Cruz.
En Sevilla ha vuelto a sentir ese mismo respeto y aprecio de un
público entregado desde el primer momento en que su guitarra iniciase la soleá,
su soleá. En esta ocasión, Habichuela vino de Granada acompañado de los suyos:
su hijo Josemi, Bandolero, Antonio Campos, Alba Heredia y Kiki Morente. Aquí se
les incorporó Pedro el Granaíno. Luego, llegaron al escenario del Maestranza
dos invitados de lujo, dos guitarras sevillanas, Rafael Riqueni, el maestro de
Sevilla, y Dani de Morón, la joven promesa. Y empezó la función.
Habichuela hizo su soleá, subió la temperatura del auditorio
acompañando la voz de Enrique Morente con la malagueña del Mellizo —prodigios
de la tecnología—. Luego haría también la cabal, sacándole a su sonanta todo el
sabor del cante añejo con los ecos de la música flamenca más actual. Un toque
que a sus más de setenta años rebosa juventud y vigor. Antes de tomarse un
pequeño descanso, acompañó a su “sobrino” Kiki Morente —el mismo eco que su
padre— por seguiriyas.
Después, Josemi Carmona, con la misma escuela musical del suyo —a destacar su granaína—, le sustituyó como anfitrión y siguieron actuando amigos, “los chabales
jóvenes” que Pepe “se había traído de Graná” y los que se incorporaron a la
troupe en Sevilla: Alba Heredia con Antonio Campos que hicieron taranta y
tangos con toda la esencia del Sacromonte, Pedro el Granaíno que se acordó al
alimón de Morente y de Camarón con La
leyenda del tiempo, Diego de Morón que lució su virtuosismo técnico, y, aquí y allá, Bandolero puso exquisitos toques
de metales y tambores.
El broche final lo puso Rafael Riqueni con una taranta.
Después se juntaron los dos maestros y a dúo siguieron haciendo las delicias
del respetable.
Un homenaje memorable para una guitarra inolvidable.
José Luis Navarro