Ángeles Gabaldón recreó el baile flamenco de mujer sobre las
tablas de la Peña Torres Macarena. Puso imaginación y elegancia, las fundió con
la pasión y el fuego de lo jondo y construyó un modelo insuperable del baile de
Sevilla. Primero sorprendió a toda la concurrencia con un taranto antológico y
después nos hipnotizó con unas alegrías sublimes. Hizo auténticas exquisiteces y diabluras con
el mantón y la bata de cola, dando una lección magistral de lo que hoy se
conoce como Escuela Sevillana. Qué pocas veces se vive hoy un encuentro con el
arte como el que propició anoche Ángeles. No cabía un alfiler en la Peña Torres
Macarena y la bailaora nos encandiló y nos sedujo absolutamente a todos.
Venía además arropada con un atrás de verdadero lujo: dos
auténticos maestros, Juan Reina y Antonio Gámez, y una joven promesa, el Niño
de Gines.
Fue la cara de una moneda tirada al azar. La cruz la puso el
Ayuntamiento de Sevilla forzando la dimisión del recién nombrado director de la
Bienal a base de impedir y torpedear su trabajo. Cuidado con estos
politicastros. Son capaces de cargarse con su estupidez e ignorancia lo que,
gracias a personas como José Luis Ortiz Nuevo, ha llegado a ser el mayor acontecimiento del
mundo flamenco. Pero de esto hablaremos otro día.
José Luis Navarro